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—Oh, esto es una maravilla.

Lo malo está en que nuestra admiración es improductiva y en que si nos dedicamos a revocar lo que se cae, a hacer la limpieza de lo que construyeron, seremos ridículos ante nuestros hijos.

Y dirán de nosotros

"Los escuderos de nuestros abuelos."

O:

"Los maestros remendones."

Muchos sabios ventrudos de este tiempo trabajan con ahínco, «como negros», por conquistarse el glorioso título de maestros remendones.

Los Tenientes taconeaban por La Ronda.

De la belleza de La Ronda no había para qué preocuparse.

Todo lo más, de estar atentos a una probable sonrisa acogedora que podía iluminar una ventana.

Y si les visitó la manía recordativa como a todos los héroes novelescos, despertar la movida aventura occidental, durante el tiempo de la caza de hombres en las comisiones militares. Como aquellas de la costa, en que, cuando los criminales alineados a bordo habían perdido el alcance de la

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