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talones de una divagación amable—, levantar la ambición metálica de un hombre.

El incondicional inevitable:

Así como "Si saliera la mujer...", la loca de la casa puso "Si tuviera un millón de sucres."

Lo que bastó para que el gato familiar desoville la madeja inagotable.

"Un millón de sucres, bien administrado, es suficiente para hacer llevadera la vida de un hombre. Denme un millón de sucres y suprimo los suspiros. No morirían las amadas. No cantaría el surtidor la monótona canción del agua.

Vamos a ver: un millón, al uno por ciento mensual, da un interés de diez mil. Con diez mil sucres tengo para montar una casa regia, llena de... Habría mucho humo y los amigos beberían vinos centenarios. Puedo coleccionar todo lo que se ha escrito sobre la Revolución Francesa.

Bueno, en París, a cinco francos el sucre son cincuenta mil francos. Con cincuenta mil francos... creo que más o menos puede tenerse para lo mismo.

Una balumba de hombres melenudos.

Oh, sí, en todo caso sería mejor... "Les pesa los

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