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a pesar de que haya llegado el momento propicio, lejanas aun dentro de su proximidad.

Entonces hay que recurrir a la EMPTIO-VENDITIO, que desmorona la vida insensiblemente.

Esta es la lección del amor.

Aquel anhelo insatisfecho hizo nacer la idea de que de una de las ventanas de esa casa, de dueño ignorado, podía surgir una mujer. Mujer de domingo, diversa de las otras, que parece que tuviera la cara lavada en el descanso especial del domingo.

Surge la vertiente imaginativa, a base del supuesto ridículo. —Esto como cualquiera otra cosa.

"Si saliera la mujer que espero...

Me sonríe. ¡Oh, esto va muy bien! la mano a la visera. El golpe cardíaco que es el telón que se levanta ante la alegría. Y he de acercarme para hablarla. ¿Pero qué es lo que le digo?...

—Buenos días... Es usted muy linda... ¿Me perdona el atrevimiento de que le diga estas cosas sin ser su amigo?

—¿Por qué va a ser atrevimiento? Estoy encantada, Teniente.

—Usted es muy amable... ¿Ha visto usted qué linda está la mañana?

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