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insensata de su madrastra acabó con su felicidad. No habiendo podido Fedra seducirle, le acusó á Teseo del crimen que era propio de ella. Engañado este, suplicó á Neptuno que le vengase de un hijo á quien creia criminal, cuyos ruegos fueron demasiado escuchados. Paseándose Hipólito á las orillas del mar de Trecena, salió de repente un monstruo marino de entre las olas, y espantó de tal modo los caballos, que se desbocaron y arrastraron al desgraciado príncipe por entre las rocas. El carro se hizo pedazos y perecio Hipólito. Fedra no pudo resistir á sus remordimientos, desengañó á Teseo, y se mató.