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espantoso que los aterró. Laocoonte gran sacerdote de Neptuno sacrificaba un toro sobre el altar de esta divinidad, y de repente se vió venir de la isla de Tenedos dos serpientes monstruosas que se dirigían á la playa, y que iban derechas al sacerdote. Por de pronto estrecharon en sus repliegues á los dos hijos que estaban con él, y los mordieron cruelmente, luego se apoderaron del padre y le apretaron fuertemente, abrazándole dos veces por medio del cuerpo, y levantando otras tantas sus horribles cabezas sobre la del infeliz ciñeron su cuello. En vano se agitaba para romper á fuerza de brazos los nudos que le oprimían, y eu vano clamaba al cielo con grandes voces. Al fin le dejan las serpientes, se suben al sitio mas elevado de la ciudad, se refugian en el templo de