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hiciesen este caballo de madera previniéndoles que fuese de una altura tan prodigiosa, á fin de que no se le pudiese meter por las puertas dentro de Troya, y que el culto que se le daria como en otro tiempo, no sirviese de proteccion y defensa á la ciudad. Ha pensado tambien que si profanáseis este don consagrado á Minerva, sobrevendrian grandes males á Príamo y á los troyanos; pero que si á fuerza de brazos consiguiéseis hacerle entrar dentro, el Asia iria algun dia á hacer la guerra al Peloponeso. Los troyanos creyeron al perjuro Sinon; y lo que Diomedes, Aquiles, mil buques y diez años de sitio no habian conseguido, lo pudieron las lágrimas y los embustes de un impostor.

Al mismo tiempo que este los engañaba, sobrevino un espectáculo