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jóven griega; y ahora, si le habeis de tener para la vuelta, es preciso sacrificar un griego. Al punto que se divulgó el oráculo, todos se consternaron, y se preguntaban unos á otros, ¿Quien será la víctima? Pero Ulises valiéndose de Calcas, y empleando mil artificios, hizo que recayese sobre mí el oráculo. Llegado el dia en que se habia de consumar el sacrificio, yo logré romper las cuerdas con que estaba atado, y libertarme de la muerte. Vine á pasar la noche en un lago, me oculté entre los juncos, y me sepulté en el fango, esperando allí á que se marchasen los griegos. Asi pues, se acabó para mi toda esperanza de volver á ver á mi patria, a mi padre y á mis hijos, y quizá se hará pagar á estos con su sangre mi fuga. En cuanto á vos ó gran rey, en nombre