puesta, hacienda, rancho, fundo o plantación.
Por la calle del faubourg Montmartre y de Notre-Dame-de-Lorette, asciende todas las noches una procesión de fiesteros, tanto cosmopolitas como parisienses, afectos al Molino-Rojo y a las noches blancas.
Nadie tiene ya recuerdos literarios y artísticos para lo que era antaño un refugio de artistas y de literatos. Además, se sabe ya la mercantilización del Arte. Pero existen Montoya y otros que no quieren que la Musa sea atropellada por el automóvil.
Lo incómodo para la ascensión a la sagrada butte es la afluencia de apaches de todas las latitudes y de apachas de todos los tonos. Cuando se llega ya bajo la iluminación del Molino-Rojo, si se tiene la experiencia de París, acompañada de un poco de razonamiento, entra uno a un cabaret artístico; si se es el extranjero recién llegado con cheques u oros en el bolsillo, entra a esos establecimientos llenos de smokings, relucientes de orfebrería, adornados de espaldas esbeltas y por el rojo de los tziganos, y en donde la botella de champaña obligatoria se ostenta en la heladera.
Estas son las casas con nombres de abadía