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Cuentos y cronicas


El «Atorrante»


El atorrante argentino ha llenado antes la población, a medida que ha ido en aumento la vida europea, por decirlo así.

La inmigración ha ayudado entonces, como en los Estado Unidos, al desarrollo de esa plaga, que poco a poco fué menguando. Que la miseria toma creces en Buenos Aires, es cosa innegable.

Que también existe como en todas las grandes ciudades la industria del mendigo, es verdad. Pero junto a la falsa miseria está la verdadera, que ciertas buenas personas conocen. La primera toca a la policía; la segunda a la caridad.

La Nación, el gran diario de Buenos Aires, publicó hace años una comunicación en que se leen estas palabras: «Los que voluntariamente nos hemos impuesto la obligación de visitar a los pobres, nos damos cuenta exacta de la gran miseria que hay en nuestra rica capital. No se trata del atorrantismo, sino de verdaderos pobres, de familias necesitadas que no tienen qué comer, y que en las noches crudas de invierno tiritan de frío. No tienen ni cama, ni colchones, ni frazadas, ni

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