V. BLAsCo 1BÁÑEZ
jPero vaya usted á reclamar en estos tiem pos! Bien decía don Vicente, el siñor retor, que ahora todo está perdido. Debía mandar don Carlos, que es el único que persigue á los pillos.
Así vociferaban en los corrillos de la plaza los que se creían perjudicados por el futuro matrimonio, ayudándoles en la murmuración casi todos los vecinos de Benimuslín.
El caso era que tal casamiento no acá baria bien. Aquel vejestorio atacado de rabia amorosa estaba destinado á llorar su calaverada. ¡Pequeños iban á ser los adornos!... Todo el pueblo sabía ique Marieta tenía un novio, Tdni él Desgarrat, un vago que había pasado la niñez con ella corre teando por las viñas, y ahora, al ser mayor, la quería con buen fin, esperando para casarse que le entrasen ganas de trabajar y perder la costumbre de beberse en la taberna los cuatro terrones de su herencia en compañía de su amigo el dulzainero Dimdni, otro perdido que venía á buscarle del inmediato pueblo para tomar juntos famosas borracheras, que dormían en los pajares.
Los parientes de la siñá Tomasa miraban ahora con simpatía al Desgarrat. Este se encargaría de vengarles.