V. BLAsCo IBÁÑEZ
No olvidando esto podía volver cuandoquisiera.
III
Y volvió ¡rediél! ¿Pues no había de volver?
Ir á Valencia y no entrar en aquel caserón cerca de los Juzgados, era un hecho que por lo absurdo no había pensado nunca que pudiera ocurrir.
Y allí iba todas las mañanas, á sufrir, reconociéndose cada vez más distanciado de aquella á quien tenía que llamar la señorita.
¿Dónde estaba ya aquel afán por hablar de las cosas de la barraca?
Entraba Nelet en la casa con la confianza de siempre, pero notando en torno de él un ambiente de frialdad é indiferencia. Era el femater, y nada más.
Algunas veces intentó resucitar en María el entusiasmo por la pasada vida, hablándola del ama y de su familia que tanto la amaban, de aquella barraca en la que todos pensaban en ella; pero la joven oíale con cierto malestar, como si la causara repugnancia la rusticidad de los de allá.