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CUENTOS VALENCIANOS

eho de paja de la barraca, contestando á los cacareos y gruñidos de los habitantes del corral; el fuerte perfume del trigo, las frescas emanaciones de la hierba y las hortalizas, difundiéndose por el interior de la blanqueada vivienda, olores confundidos y arrullados por el vientecillo que, pasando por las filas de moreras y a través de la higuera, parecía hacer cantar á las temblonas hojas; y la vida bohemia, alegre y descuidada en los campos inmediatos, que recorrían con sus vacilantes piernas de dos años, sin atreverse á llegar á la revuelta del camino, lleno de barrizales y cruzado por los profundos surcos de las ruedas, pues su imaginación naciente había inventado que allí forzosamente debía terminar el mundo. ¿Y cuando el pare llegaba de uno de aquellos largos viajes de carretero y al oir los cascabeles de los machos y el chirrido de las ruedas, salían todos al camino á recibirle con cruces de caña como si fueran á una procesión de las de Paiporta? ¿Y cuando á la orilla de la acequia, casi seca, se coronaban de dompedros, colgaban de su cintura largas hojas de caña y con el verde faldellín paseábanse gravemente imitando el paso de puntas de aquellas vírgenes y heroínas que salían en las cabalgatas del pueblo? ¿Y la vez que se pegaron por