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CUENTOS VALENCIANOS

¡Cobardes!... ¡morrals!... ¡y después querían los Bandullos pasar por bravos! Santo y bueno que le hubiesen tirado el hígado al suelo riñendo cara á cara, pues á esto están expuestos los hombres que valen; pero matarlo por la espalda y con pistola para no acercarse mucho, era una canallada que merecía garrote. ¡Morir á manos de unos ruines un chico que tanto valía! Parecía imposible que la prensa no protestase y que la ciudad entera no se sublevara con tra los Bandullos. ¿Y lo de cortarle la oreja? Ambusteros, más que ambusteros. Eso está bien que se haga con uno á quien se mata de frente; en casos así hay que guardar un recuerdo, pero... ¡vamos! cuando no hay de qué y sólo tienen ciertas gentes motivo para avergonzarse, irrita que se poogan moños. Y lo más triste era que muerto Pepet, el valiente de verdad, el guapo entre los guapos, los Bandullos camparían como únicos amos, y las personas decentes, que eran los demás, tendrían que juntarse para que les diesen las sobras y poder comer. ¡Tan tranquilos que estaban, amparados por aquel león de la Ribera que se había propuesto acabar con los Bandullos!...

Los que más irritados se mostraban eran los neófitos, los aprendices que no habían estrenado la tea que llevaban cru n