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CUENTOS VALENCIANOS

enormes culos de vaso, distintivos de su fortuna que le producían infantil alegría.

El único que en la respetable reunión podía meter la pata era el menor de los Bandullos: un chiquillo fisgón é insultadorcilio que abusaba del prestigio de la familia, sin más historia ni méritos que romper el capote á los municipales ó patear el farolillo de algún sereno siempre que se emborrachaba; hazañas que obligaban á sus poderosos hermanos á echar mano de las influencias pidiendo á este y al otro que tapasen tales tonterías á cambio de sus buenos servicios en las elecciones.

El era el único que se había opuesto á las paces con Pepet, y no mostraba ahora en un día de concordia y olvido, la buena crianza de sus hermanos. Pero ya se encargarían éstos de meter en cintura á aquel bicho ruin que no valía una bofetada y quería perder á los hombres de mérito.

Salieron todos del cafetín formando grupo por el centro del arroyo, con aire de superioridad, como si la ciudad entera fuese suya, saludados con sonriente respeto por las parejas de agentes que estaban en las esquinas.

¡Vaya una partida] Marchaban graves, como si la costumbre de hacer miedo les impidiese sonreír; hablaban lentamente,