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CUENTOS VALENCIANOS

El muchacho, siempre en la duda de qué significaría su título de blasfemo, resignábase con su suerte, sin sospechar que se publicaban periódicos con sueltos escritos por los mismos interesados en que se hablaba del gran servicio prestado el día anterior por el cabo Fulano y fuerza á sus órdenes, prendiendo al terrible criminal conocido por el Groguet.

Y aquel bandido de quince años iba creciendo en la cárcel, trabajando como una bestia, aprendiendo á ratos perdidos el caló del crimen, oyendo la novelesca relación de interesantes atracos y mirando como hombres sublimes á los carteristas y enterradores, señores muy listos y bien portados que iban por el patio con sortijas y reloj de oro y que tiraban el dinero, siendo reverenciados por todos los presos. ¡Ay! jSi él pudiese llegar por el tiempo á la ai tura de aquellos tíos!

Pero sus aspiraciones eran más modestas. Había nacido para bestia de carga y sólo deseaba que le dejasen trabajar con tranquilidad; que no fuesen á buscarle cuando no se metía con nadie.

En una de sus salidas quiso vender periódicos, pero apenas lanzó los primeros gritos, ya tenía en el cuello la zarpa de un tío bigotudo, de aquel mismo de quien de-