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CUENTOS VALENCIANOS

base la noche marcando una faja de luminoso azul: la verdura de la vega y la dentellada línea de montañas iban fijando sus esfumados contornos; lanzaban sus últimos parpadeos las estrellas, rodaba el fiero alerta de los gallos de alquería, y las alondras, como alegres notas envueltas en volador plumaje, rozaban las cerradas ventanas anunciando la llegada del día.

jMagnífico despertar! Tal vez á aquella hora Toneta, recogiéndose el cabello y cubriendo púdicamente con el blanco lienzo los encantos que sólo un hombre había de conocer, saltaba de la cama y abría el ventanillo de su estudi para que la aurora purificarse el ambiente de pasión y voluptuosidad.

El cura salió de su cuarto con los ojos enrojecidos y la frente contraída por penosa arruga, perenne recuerdo de aquella noche de bodas en que la compañera de su infancia había visto de cerca el amor, y él se había unido con la desesperación, la más fiel de las esposas.

Abajo en la cocina encontró á su madre que preparaba el desayuno, y la pobre vie ja no pudo comprender aquella amarga mirada de reproche que el cura le lanzó al pasar.

Paseó maquinalmente por el corral has-