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CONFESIÓN



Ven acá, tú anciano, que ahora fijas los opacos ojos en mis páginas; para tí sólo, voy a contar el último cuento.

No desconfies de mi narración, y si ella te apena, te ruego ¡oh anciano! te ruego no llores.

Serás indulgente con la princesita de mi cuento lo sé; porque ya veo en tus párpados el anuncio del sueño que te llevará a dormir en la gran cuna hospitalaria, hermana de aquella otra