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hueca farsa humana. Viste de peregrino, hijo mío, y golpea rudamente con tu cayado en la roca interior, hasta que brote el agua limpia del bautismo, agua donde deleitada, bajará a saciar su sed de bien tu alma.

Adelante, y no desmayes, pon tu frente vuelta hacia los astros, y tu corazón descubierto a los malos y buenos vientos.

Acoje en tu seno al desgraciado, tiende tu diestra al que te injurie, no rechaces las benditas penas que enseñan y redimen.

Entonces, sólo entonces, hijo mío, recibirás la sagrada palma, que te envía el Omniscio Señor de todos los mundos y justísimo tribunal de las alturas celestes.

Paz te desea


Tu padre".