No había andado Juana la mitad del camino hacia la viña, con un cesto de mimbres al cuadril, cuando entre las encinas de la sierra se presentó Chuco de sopetón, diciendo:
— Mia tú, Reina, vengo escapao porque te vide llegar desde las pizarreras donde tengo la cabrá. Te quió decir una cosa. Mañana ya sabes que me voy a la ziudá, a la melicia; pues, vélaqui lo que traigo.
Chuco entregó un papel a su novia.
— ¡Calla! ¿Y quién este santo...? ¡Eres tú! — exclamó ella admirada.
— Y toas qu'es verdá... Y que ma retratao el señorito ese, amigo del amo, ca venío de témpora al cortijo. Le trompecé ayer tarde en la ermita, pintando toa la facha y toos los árboles y too... Liamos un cigarro, y aluego dijo que quería retratarme; yo le dije que bueno; me puso el garrote asina, como estás viendo ahí, y en menos de na, que toma, que deja, que raya p'arriba que raya p'abajo, ya tenía