Ricardo, con su gabancete — que aun podía servir con el cuello levantado —, pero con cinco mil y pico de pesetas en la cartera (del primer trimestre que acababa de cobrar), bebía tranquilamente cerveza en el Lion d'Or. Le acompañaban Rodríguez y unos cómicos.
— ¡Chacho! — exclamó Rodríguez, que estaba leyendo El Imparcial y dando un palmetazo —. ¡Escucha! ¡Atiende!
Y leyó:
«Para el jueves próximo se anuncia un acontecimiento que dará lugar a una espléndida fiesta de la buena sociedad en el hotel del senador del Reino D. Severiano Villarroel y Castilla. Su hija única, la encantadora Eladia Villarroel, contraerá matrimonio en dicho día, con el conocido y aristocrático sportsman León Rivalta, vizconde de la Torrecilla de Alfaro.»
— ¿Su novia?
— ¿La que fué novia de usted? — preguntaron los dos cómicos.