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Cuentos Ingenuos — 109
cariño por ese hombre de talento, y puedes decirle que desde hoy lo tendré a orgullo. ¡A orgullo! ¿sabes?
— Es inútil — respondió Angeles solemne de desprecio—; no pienso verle más en mi vida. ¡Vamonos!
Y sin consentir en volver siquiera al palco, salieron del teatro, que esperaba ebrio de entusiasmo el último acto del maravilloso drama.