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Cuentos grises 65

dos, ella en las habitaciones del frente y su marido en las que daban a la otra calle; pero en público se dejaban ver juntos y sabían guardar las apariencias, como cumple a personas de calidad y educación.

Amelia se había casado por despecho al saber que Daniel, Téllez o el único hombre á quien amó desde niña, había contraído matrimonio en Londres. ¡Funesto error que fué la desgracia de toda su vida! Daniel regresó soltero y más enamorado que nunca: no era él sino su hermano Samuel quien se había desposado allá, y los periódicos habían confundido los nombres.

Enterónos de estos pormenores, una tarde, mi locuaz patrona, agregando que según indiscreciones de los criados, el señor Meneses estaba celoso, la señora lloraba con frecuencia y Daniel Téllez rondaba de cuando en cuando la casa. ¿Se verían secretamente? ¿Se escribirían? Esto es lo que mi huéspeda se proponía poner en claro por medio de incesante vigilancia. ¡Hum! me dijo Marcial cuando nos quedámos solos; barrunto que hay drama en el aire.

* * *

Y el drama ocurrió al fin, espantoso, con la brutalidad del rayo.

Sí, fué el 16 de Setiembre. ¿Cómo olvidar la fecha ni la escena? El 14 tomé el tren de Cartago para pasar con mi familia la fiesta de la Independencia; el 16 regresé por la mañana y