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Cuentos grises 55

guas y las nuevas colecciones. Proponíase el célebre naturalista explorar en seguida el Norte de la China, y especialmente el Tibet, en donde es fama que hay plantas medicinales de rara virtud; y estando muy satisfecho de los servicios de Chano, le instó para que le acompañase, ofreciéndole magnífico salario. El marinero aplazó su respuesta hasta ver a su familia, y saltó a tierra para abrazar a las prendas de su corazón. Mas ¡ay! volvió para encontrar la casita cerrada y casi en ruinas, la esposa muerta y la hija desaparecida. Seducida por un rico libertino de la capital, María había huido del hogar paterno y según decires había dado a luz un niño, la misma semana que la esposa de Chano moría de dolor y de vergüenza.

El primer impulso del marinero fué ir a San José y clavar su cuchillo en el pecho del miserable; pero el seductor L... andaba con su esposa de paseo por el Viejo Continente!

Chano tomó en un momento su resolución: volver a bordo, renovar su contrata por cinco años y buscar la muerte en las apartadas tierras a donde se dirigía el sabio naturalista.

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Entre las innumerables y dramáticas aventuras que ocurrieron a los expedicionarios en los países semisalvajes del norte de la China, una, sobre todo, estaba destinada a grabarse de un modo indeleble en la memoria de Chano.