26 Carlos Gagini
ella me miró por última vez y dejó caer disimuladamente una rosa que llevaba al pecho. La rosa está aquí todavía—prosiguió Raúl señalando el bolsillo interior de su levita—y la mirada está grabada más adentro, donde nada ni nadie podrá borrarla.
Tú me lo dirás cuando concluya.
¿Fue realmente la última mirada?
Al regresar aquella noche a mi alojamiento recibí un telegrama en que el Ministro me ordenaba presentarme al día siguiente en su despacho.
Ya puedes imaginarte la tristeza con que salí de madrugada para llegar a tiempo de tomar el tren. La casa de Lelia estaba cerrada y silenciosa... Tuve entonces una idea: me acerqué a la ventana de su cuarto, y en la vidriera grabé con una sortija estas palabras: Te adoro, volveré. R.
De San José partí con una comisión para Liberia en donde permanecí un mes, y a mi regreso caí gravemente enfermo. Cuando al cabo de seis semanas recuperé la salud, mi primer pensamiento fué volver a Juan Viñas. Y volví... para encontrar que mi adorada desconocida había partido. La casa estaba desocupada. Me acerqué a la ventana y un rayo de esperanza iluminó de pronto el negro cielo de mi tristeza. Debajo de la despedida que escribí en el cristal una mano femenina había rasgado estas palabras: Te esperaré siempre. L.
Volé á Limón, inquirí, interrogué a todos mis