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Cuentos de Grimm.

bosque. Entonces los cuatro compañeros se sentaron á la mesa, se arreglaron con lo que quedaba y comieron como si debieran ayunar un mes.

Apenas hubieron concluido los cuatro instrumentistas apagaron las luces y buscaron un sitio para descansar cada uno conforme á su gusto. El asno se acostó en el estiercol, el perro detrás de la puerta; el gato en el hogar, cerca de la ceniza caliente, el gallo en una viga, y como estaban cansados de su largo viaje, no tardaron en dormirse. Despues de media noche, cuando los ladrones vieron desde lejos que no habia luz en la casa y que todo parecia tranquilo, les dijo el capitan.

—No hemos debido dejarnos derrotar de esa manera.

Y mandó á uno de los suyos que fuese á ver lo que pasaba en la casa. El enviado lo halló todo tranquilo; entró en la cocina y fué á encender la luz; cogió una pajuela y como los inflamados y brillantes ojos del gato le parecian dos ascuas, acercó á ellos la pajuela para encenderla; mas como el gato no entendia de bromas, saltó á su cara y le arañó bufando. Lleno de un horrible miedo corrió nuestro hombre para huir hacia la puerta, mas el perro que estaba echado detrás de ella, se tiró á él y le mordió una pierna; cuando pasaba por el corral al lado del estiercol, le soltó un par de coces el asno, mientras el gallo, despierto con el ruido y alerta ya, gritaba: ¡qui qui ri qui! desde lo alto de la viga.

El ladron corrió á toda prisa hácia donde estaba su capitan y le dijo:

que me —Hay en nuestra casa una horrorosa hechicera ha arañado, bufando, con sus largas uñas; junto á la puerta se halla un hombre armado de un enorme cuchillo, que me ha atravesado la pierna; se ha aposentado en el patio un monstruo negro que me ha aporreado con los golpes de