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Cuentos de Grimm.

bajo de un árbol muy grande; el gato y el gallo ganaron su copa, y el gallo voló todavía para colocarse en lo más elevado, donde se creia más seguro. Antes de dormirse, cuando paseaba sus miradas hacia los cuatro vientos, le pareció ver á lo lejos como una luz y dijo á sus compañeros que debia haber alguna casa cerca, pues se distinguia bastante claridad.

87 —Siendo así, contestó el asno, desalojemos y marchemos deprisa hácia ese lado, pues esta posada no es muy de mi gusto.

A lo cual añadió el perro:

— En efecto no me vendrian mal algunos huesos con su poco de carne.

Se dirigieron hacia el punto de donde salia la luz; no tardaron en verla brillar y agrandarse, hasta que al fin llegaron á una casa de ladrones muy bien iluminada.

El nano, que era el mas grande de todos, se acercó á la casa y miró dentro.

—¿Qué ves rucio? le preguntó el gallo.

—¿Que qué veo? dijo el asno. Una mesa llena de manjares y botellas y alrededor los ladrones, que segun parece no se dan mal trato..

—¡Qué buen negocio seria ese para nosotros, añadió el gallo.

—De seguro, repuso el asno! ¡ah! ¡si estuviéramos dentro!

Comenzaron á idear un medio para echar de allí á los ladrones y al fin le encontraron. El asno se puso debajo, colocando sus pies delanteros encima del poyo de la ventana; perro montó sobre la espalda del asno, el gato trepó encima del perro, y el gallo voló y se colocó encima de la cabeza del gato. Colocados de esta manera, comenzaron toel