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Cuentos de Grimm.

Un pescador habia echado el anzuelo, más por desgracia el aire enredó el hilo en la barba del enano, y cuando algunos instantes despues mordió el cebo un pez muy grande, las fuerzas de la débil criatura no bastaron para sacarle del agua el pez que tenia la ventaja atraia al enano hácia sí quien tuvo que agarrarse á los juncos y á las yerbas de la ribera, & pesar de lo cual le arrastraba el pez y se veia en peligro de caer al agua. Las niñas llegaron á tiempo para detenerle y procuraron desenredar su barba, pero todo en vano, pues se hallaba enganchada en el hilo. Fue preciso recurrir otra vez á las tijeras y cortaron un poco de la punta. El enano, esclamó entonces encolerizado.—Necias, ¿teneis la costumbre de desfigurar asi á las gentes? ¿No ha sido bastante con haberme cortado la barba una vez, sino que habeis vuelto á cortármela hoy? ¿Cómo me voy a presentur á mis hermanos? ¡Ojalá tengais que correr sin zapatos y os desolleis los pies! y cogiendo un saco de perlas que estaba oculto entre las cañas, se lo llevó sin decir una palabra y desapareció en seguida detrás de una piedra.

Poco tiempo despues envió la madre á sus hijas á la aldea para comprar hilo, agujas y cintas, tenian que pasar por un erial lleno de rosas, donde distinguieron un pájaro muy grande que daba vueltas en el aire, y que despues de haber volado largo tiempo por encima de sus cabezas, comenzó á bajar poco á poco, concluyendo por dejarse caer de pronto al suelo. Al mismo tiempo se oyeron gritos penetrantes y lastimosos. Corrieron y vieron con asombro á un águila que tenia entre sus garras á su antiguo conocido el enano, y que procuraba llevársele. Las niñas, guiadas por su bondadoso corazon, sostuvieron al enano con todas sus fuerzas, y se las hubieron tambien con el águila que acabó por soltar su presa; pero en cuanto el enano se repuso de su estu37