Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/65

Esta página no ha sido corregida
55
Cuentos de Grimm.

largo. Se le habia enganchado. la barba en una hendidura del árbol, y el enano saltaba como un perrillo atado con una cuerda que no puede romper; fjó sus ardientes ojos en las dos niñes, y las dijo:

—¿Qué haceis ahí mirando? ¿por qué no venís á socorrerme?

55 —¿Cómo te has dejado coger asi en la red, pobre hombrecillo? le preguntó Rojarosa.

—Tonta curiosa, replicó el enano; queria partir este árbol para tener pedazos pequeños de madera y astillas para mi cocina, pues nuestros platos son chiquititos y los tarugos grandes los quemarian; nosotros no nos atestamos de comida como vuestra raza grosera y tragona. Ya habia introducido la cuña en la madera, pero la cuña era demasiado resbaladiza; ha saltado en el momento en que menos lo esperaba, y el tronco se ha cerrado tan pronto, que no he tenido tiempo para retirar mi hermosa barba blanca que se ha quedado enredada. ¿Os echais á reir, simples? ¿Qué feas sois?

ba Por más que hicieron las niñas no pudieron sacar la barque estaba cogida como con un tornillo.

— Voy á buscar gente, dijo Rojarosasois —¿Llamar gente? esclamó el enano con su ronca voz; no ya demasiado vosotras dos, imbéciles borricas?

—Ten un poco de paciencia, dijo Blancanieve, y todo se arreglará.

Y sacando las tijeras de zu bolsillo le cortó la punta de la barba. En cuanto el enano se vió libre, fué á coger un saco lleno de oro que estaba oculto en las raices del árbol, diciendo:

— —¡Qué animales que son esas criaturas! Cortar la punta de una hacha tan hermosa! El diablo os lleve.