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Cuentos de Grimm.

El rey y sus cazadores vieron al hermoso animal, y corrieron en su persecucion sin poderle alcanzar; cuando se creían próximos á cogerle, zaltó por encima de una zarza y desapareció. En cuanto comenzó á oscurecer, corrió á la casa, y llamó diciendo:

—Soy yo, querida hermanita, abre corazoncito mio.

Se abrió la puerta, entró en la casa y durmió toda la noche en su blanda cama.

. Al día siguiente volvió á comenzar la caza, y cuando oyó el corzo de nuevo el son de las trompas y el ruido de los cazadores, no pudo descansar mas, y dijo.

—Hermanita, ábreme, tengo que salir.

La hermanita le abrió la puerta, diciéndole:

—No dejes de venir á la noche y de decir la palabra convenida.

Cuando el rey y los cazadores volvieron á ver al corzo con su collar dorado, echaron todos tras él, pero era demasiado listo y ágil para dejarse coger: los cazadores le habian cercado de tal modo á la caida de la tarde, que uno de ya ellos le hirió ligeramente en el pie, de forma que cojeaba, y á duras penas pudo escaparse. Un cazador se deslizó tras sus huellas hasta llegar á la casita donde le oyó decir:

—Soy yo, querida hermanita, ábreme, corazoncito mio.

Y vióque le abrian la puerta y que la cerraban enseguida.

El cazador conservó fielmente estas palabras en la memoria, se dirigió á donde estaba el rey y le refirió lo que habia visto y oido.

El rey dijo:

—Mañana continuará tambien la caza.

La hermanita se asustó mucho cuando vió volver al corzo herido, le lavó la sangre de la herida, le aplicó yerbas y le dijo:

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