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Cuentos de Grimm.

estaba fuera; pero, en cuanto abrió, vió á la rana en su presencia. Cerró la puerta corriendo, se sentó en seguida á la mesa y se puso muy triste. El rey al ver su tristeza la preguntó:—«Hija mia, ¿qué tienes? ¿hay á la puerta algun jigante y viene á llevarte?»—«¡Ah, no! contestó; no es ningun jigante, sino una fea rana.»»—« —«¿Qué te quiere la rana?»»—«¡Ay, amado padre! cuando estaba yo ayer jugando en el bosque, junto á la fuente, se me cayó al agua mi bola de oro. Y como yo lloraba, fué á buscarla la rana, despues de haberme exigido promesa de que seria mi compañera; pero nunca ereí que pudiera salir del agua.

Ahora ha salido ya y quiere entrar.»»—Entre tanto llamaba