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Cuentos de Grimm.
lin al cuello y bajó la escalera. Se acercó al judío, que estaba en el suelo y procuraba recobrar su aliento.—Picaro, le dijo; confiesa de donde te viene tu oro, ó cojo mi violin y vuelvo á empezar.
—¡Lo he robado, lo he robado! esclamó el judío. Tú lo habias ganado bien.—De aquí resultó que el juez cogió al judío y le hizo ahorcar como ladron.