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Cuentos de Grimm.

cia; bailas con la mayor perfeccion.A estas palabras tomó su bolsa y continuó su camino.

El judío le vió partir, y cuando le hubo perdido de vista, se puso á gritar con todas sus fuerzas:—¡Miserable músico, violin de taberna, espera que te coja! Te haré correr de tal modo que gastarás las suelas de tus zapatos. ¡Maldito canalla! ponte cuatro maravedises en la boca, si quieres valer dos cuartos—y otras injurias que le dictaba su imaginacion.

En cuanto se hubo calmado un poco, y se alivió su corazon, corrió á la ciudad á buscar al juez.—Señor, apelo á vos; mirad como me han despojado y robado en el camino real, Las piedras del camino habrán tenido compasion de mí:

mis vestidos despedazados, mi cuerpo desollado! mi pobre dinero robado con mi bolsillo! buenos ducados, á cual mas hermosos! Por amor de Dios, haced prender al culpable!

—¿Es un soldado, preguntó el juez, quien te ha puesto así, á sablazos?

—No tenia espada, dijo el judío, pero llevaba una cervatana al hombro y un violin al cuello. El malvado es fá cil de conocer.

El juez envió sus gentes en persecucion del culpable: el guapo mozo habia andado de aquí para allí por el camino; no tardaron en encontrarle, y hallaron encima de él el bolsillo lleno de oro. Cuando compareció ante el tribunal:Yo no he tocado al judío, dijo; yo no le he quitado su oro; él me lo ha dado voluntariamente, para que callase mi vio—lin, porque le desagradaba mi música.

—Dios me proteja! esclamó el judío; coge las mentiras al vuelo como las moscas.

Pero el juez no quiso creerle y dijo:—Hé ahí una mala