Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/36

Esta página no ha sido corregida
26
Cuentos de Grimm.

añadiendo:—Cuando pidas alguna cosa, nadie podrá ne26 gártela.

¿Qué puedo desear ya? se dijo á sí mismo el muchacho; y se volvió á poner en camino.

Un poco mas lejos encontró un judío con su larga barba de chivo, que estaba inmóvil escuchando el cántico de un pájaro, colocado en lo alto de un árbol:—¡Maravilla de Dios!

esclamaba. ¡Que un animal tan pequeño tenga una voz tan grande! Quisiera cogerle. ¿Pero quién se encargará de ponerle sal debajo de la cola?

—Si no quieres mas que eso, dijo el muchacho, el pájaro estará bien pronto en el suelo;—y apuntó tan bien, que el animal cayó en las espinas que habia al pie del árbol.—Anda, pícaro, dijo al judío, y coge tu pájaro.

El judio se puso en cuatro pies para entrar en las espinas.

En cuanto estuvo en medio, nuestro buen muchacho, por divertirse un rato, cogió su violín y se puso á tocar. En seguida comenzó el judío á menear los pies y á saltar, y, cuanto más tocaba el violin, con mayor ardor bailaba. Pero las espinas despedazaban los andrajos del judío, le arrancaban la barba y le llenaban el cuerpo de sangre.—¡Ah! esclamó; ¿qué música es esa? Dejad vuestro violin, yo no quiero bailar.

Pero el muchacho continuaba, pensando:—Tú has desollado á bastante gente, que te desuellen á tí las espinas.

El judío saltaba más alto cada vez, y los pedazos de sus vestidos quedaban colgados en el chaparro.—¡Desgraciado de mil esclamaba; te daré lo que quieras si dejas de tocar; te daré una bolsa llena de oro.

—Ya que eres tan generoso, dijo el muchacho, voy á dejar de tocar; pero no dejaré de hacerte cumplida justi-