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Cuentos de Grimm.

En seguida sacó tres ochavos de su bolsillo y se los dió uno á uno:—Te doy un ochavo por cada año. Esto hace una fuerte suma; en ninguna parte te hubieran dado un salario tan grande.

El pobre muchacho, que no entendía de monedas, tomó su capital y dijo:—Ya tengo el bolsillo bien repleto; ¿qué cosa mala puede sucederme en adelante?

24 Se puso en camino por valles y montes, cantando y saltando con la mayor alegría. Al pasar cerca de un chaparro encontró un hombrecillo que le dijo: —¿Donde vas tan alegre? No tienes muchos cuidados, é lo que veo.

—¿Por qué he de estar triste? respondió el joven; estoy rico J llevo en mi bolsillo el salario de tres años.

—¿A cuánto sube tu tesoro? le preguntó el hombrecillo.

—A tres ochavos, en buenas monedas bien cony BAAR tados.

".

—Escucha, le dijo el enano; yo soy un pobre que está en la última miseria; dáme tus tres ochavos; yo no puedo trabajar, pero tú eres jóven y ganarás con facilidad el pan.

El jóven tenis buen corazon; se compadeció del hombrecillo y le dió sus seis maravedís, diciendo:—Tómalos, por el amor de Dios; yo puedo muy bien pasarme sin ellos.

Entonces repuso el enano:—Tienes buen corazon; desea tres cosas, y por cada ochavo que me has dado obtendrás una de ellas.

—¡Ah! jah! dijo el jóven; gentiendes de mágia? Pues bien, si es así, quiero que me dés, en primer lugar, una cervatana que no yerre nunca el blanco; en segundo lugar, un violin que obligue á bailar á todos los que le oigan tocar, y por último, quiero que cuando dirija una pregunta á alguno se vea obligado á contestarme.

—Todo lo tienes ya, dijo el enano; y entreabrió el cha-