Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/289

Esta página no ha sido corregida
279
Cuentos de Grimm.

do hubiera poseido el mundo entero, no hubiera tenido nunca bastante.

Este pensamiento le atemorizó, temblándole las rodillas de tal modo que se vió obligado á sentarse. Al mismo tiempo llamaron á la puerta. Era uno de sus vecinos, cargado de hijos, á que no podia sustentar.—No ignoro, pensaba para sí, que mi vecino es mucho más desapiadado que rico; sin duda no hará caso de mí, pero mis hijos me piden pan; voy a hacer una prueba.

En cuanto llegó á la presencia del rico, le dijo de esta manera:

—THE —No ignoro que no os gusta socorrer á nadie, pero me dirijo á vos en la última desesperacion, como un hombre que, estando próximo á ahogarse, se agarra á la más débil rama. Mis hijos tienen hambre: prestadme un puñado de trigo. Un rayo de compasion penetró por primera vez en el hielo de aquel corazon avaro.

—No te prestaré un puñado, le respondió; te daré una fanega, pero con una condicion.

—¿Cuál? preguntó el pobre.

—Que pasarás las tres primeras noches, despues de mi muerte, velando sobre mi sepultura.

La proposicion no agradó mucho al pobre, pero en la necesidad en que se encontraba, tuvo que pasar por todo.

Lo prometió, pues, y se llevó el trigo á su casapues Parecia que el labrador habia adivinado el porvenir, á los tres dias murió de repente, sin que nadie lo sintiera. En cuanto estuvo enterrado, el pobre se acordó de su promesa; hubiera querido verse dispensado de ella, pero se dijo:—Este hombre ha sido generoso para mí, lia dado pan á mis hijos, y además le he dado mi palabra y debo cumplírsela.