Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/286

Esta página no ha sido corregida
276
Cuentos de Grimm.

, Cuando llegó el tiempo fijado, volvieron los tres á la casa de su padre. Pero no sabian cómo buscar la ocasion para manifestar su talento. Cuando hablaban entre sí de su situacion, acertó á pasar una liebre corriendo la llapor nura.

276 —¡Diablo! dijo el barbero; hé aquí uno que viene como marea en cuaresma.

Cogiendo su vacía y su jabon, preparó la espuma hasta que el animal estuvo cerca, y corriendo tras él le jabonó á la carrera y le afeitó el vigote sin detenerse, ni cortarle un pelo de ninguna otra parte de su cuerpo.

—¡Eso es admirable! dijo el padre; si tus hermanos no hacen lo mismo, será pará tí la casa.

Un instante despues pasó una silla de posta á escape.

—Padre mio, dijo el herrador, ahora vais á ver lo que sé haceryo Y corriendo tras el coche, quitó á uno de los caballos las cuatro herraduras al galope y le puso otras cuatro.

—Eres un buen muchacho, dijo el padre, y vales tanto como tu hermano, no se en verdad como decidir entre los dos.

Pero el tercero dijo:

—Padre mio, ahora me toca á mí.

Y como empezaba á llover, sacó su espada y la agitó en todos sentidos encima de su cabeza, de modo que no le cayó ni una gota de agua. Aumentó la lluvia, y cayó al fin como si la echaran á cántaros, paró todo el agua con su espada, y permaneció hasta el fin, majándose tan poco como si hubiera estado á cubierto dentro de un cuarto. Viendo esto el padre, no pudo ocultar su asombro.

—Tú has ganado, le dijo, la casa es tuya.

Los otros dos, llenes de la misma admiracion, aprobaron