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Cuentos de Grimm.

terribles ojos se llenó tambien de espanto, y huyó con la mayor ligereza para no tener que habérselas con el monstruo.

Encontróle una abeja, y le dijo, viendo que su aspecto era poco tranquilo:

—¡Ah, compadre! qué cara tan triste tienes, ¿qué ha sido de tu alegría?

—Dices bien, contestó el osa, pero hay en la madriguera del zorro un monstruo de miradas tan temibles que no podemos hacerle desalojar.

La abeja le replicó:

—Me da lástima de vosotros, yo soy una criatura débil, que apenas te dignas mirar en tu camino, pero sin embargo creo que podré serte útil.

Volvió á la madriguera, se colocó en la cabeza de la cabra, y la picó con tal fuerza, que la chivá no pudo menos de gritar ¡be! ¡be! y se lanzó al bosque, como una loba, y desde entonces nadie sabe lo que ha hecho de ella.