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Cuentos de Grimm.

cuarto, trajo al asno é imitó á su hermano á pronunciar las palabras sacramentales.

El molinero dijo brichlebrit, y en seguida cayeron monedas de oro como si fueran granizo, y no cesó la lluvia hasta que todos ellos tuvieron mas de las que podian llevar (no te hubiera desagradado encontrarte allí querido lector.) En seguida cogió el tornero la mesa y dijo á su hermano el ebanista:

—Ahora te toca á tí.

Apenas hubo dicho éste:

—Mesa sírvenos: quedó servida y cubierta de los platos mas apetitosos.

Hubo entonces un festin como nunca le habia visto el viejo en su casa, y todos continuaron reunidos y divirtiéndose hasta que llegó la noche.

El sastre guardó cuidadosamente sus agujas, su dedal, su vara y sus hilos, y vivió contento y alegre el resto de sus dias en compañía de sus tres hijos.

¿Pero qué habia sucedido á la cabra que fue causa de que el padre echara de su casa á sus tres hijos? Voy á referirlo.

Como tenia vergüenza de ver su cabeza pelada, fué á esconderse á una madriguera de zorras. Al volver percibió el zorro en la oscuridad dos ojos grandes que brillaban como ascuas, se amedrantó y huyó.

Encontróle un oso y le dijo biendo su turbacion:

—¿Qué hay hermano zorro, de donde bienes tan asustado?

—¡Ah! respondió el zorro, en el fondo de mi madriguera hay un monstruo espantoso, que me ha mirado con dos ojos como dos ascuas.

—Pronto le echaremos, dijo el zorro, y fué tambien á mirar al fondo de la madriguera, pero cuando vio aquellos 18