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Cuentos de Grimm.

cuanto mas gritaba mas fuerte caia el palo sobre sus espaldas, de modo que al fin dió con su cuerpo en tierra. Entonces, le dijo el tornero:

—Si no me das en este mismo instante la mesa y el asno va á comenzar la danza otra vez.

Ahí, no, esclamó el posadero, con una voz muy débil, todo te lo devolveré, pero haz entrar en el saco á ese maldito diablo.

—Seria sin embargo muy justo volver á comenzar dijo el oficial, pero te perdono si cumples tu palabra.

Despues añadió:

—¡Palo al saco!; y le dejó en paz.

El tornero llegó al dia siguiente á casa de su padre con la mesa y el asno: su padre se alegró de volverle á ver, y le preguntó lo que habia aprendido.

—El de tornero, querido padre le contestó.

—Buen oficio, replicó el padre, &y qué traes de tus viajes?

—Una hermosa pieza, amado padre, un palo metido en un saco.

—¿Un palo?, esclamó el padre, ¿y para qué? ¿Faltan acaso en ninguna parte?

—Pero no como el mio, querido padre, cuando le digo:

Palo fuera del saco, se lanza sobre los que me hacen daño, y los apalea hasta que caen al suelo pidiendo perdon, y me ha servido como vereis para recobrar la mesa y el asno, que ese ladron de posadero habia robado á mis hermanos.

Mandadlos venir á los dos, y convidad a todos nuestros parientes, que quiero obsequiarlos y llenar sus bolsillos.

El sastre viejo fué á buscar á sus parientes aunque no tenia la mayor confianza; el tornero estendió un paño en el