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Cuentos de Grimm.

Voy á enseñarte su uso, le contestó el maestro; si alguno te hace mal, no tienes mas que decir estas palabras:

¡palo, fuera del saco! En seguida saltará el palo á sus espaldas, y se meneará con tanta ligereza, que no podrá moverse en ocho dias; no cesando la broma hasta que digas: ¡palo, al saco!

El oficial dió gracias a su maestro, y se puso en camino con su saco; si se le arrimaba alguien demasiado cerca y queria tocarle, no tenia mas que decir: ¡palo, fuera del saco! y en seguida se ponia á limpiar la ropa de la gente que tuviesen tiempo de quitárselasin Llegó una noche á la posada donde se habia robado á sus hermanos; colocó su saco delante y se puso á referir todas las curiosidades que habia visto en el mundo.

—Sí, decia, cierto es que hay mesas que sirven de comer por sí solas, asnos que dan oro y otras cosas semejantes, que me hallo muy lejos de despreciar; pero todo esto no vale nada al lado del tesoro que llevo yo en mi saco.

El posadero enderezaba las orejas.

—Qué podrá ser, pensaba para sí, sin duda su saco está lleno de piedras preciosas: me alegraría unfrsele al asno y á la mesa, pues todas las cosas buenas entran por tres.

Cuando se acostaron, el jóven se echó en un banco, y se puso el saco debajo de la cabeza á manera de almohada. El posadero apenas lo creyó bien dormido se acercó á él suevemente y comenzó á tirar poco poco del saco para ver si podria quitarle y colocar otro en su lugar.

Mas el tornero les estaba espiando hacia mucho tiempo, y en el momento en que el ladron dió un tiron fuerte esclamó: Palo fuera del saco; y en seguida saltó el palo á las espaldas del bribon, y comenzó á plancharle las costuras del vestido. El desgraciado pedia perdony misericordia, pero