Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/280

Esta página no ha sido corregida
270
Cuentos de Grimm.

Nada mas que un asno.

—No faltan asnos entre nosotros, replicó el padre; mejor hubieras hecho en traernos una buena cabra.

—Pero, repuso el hijo, mi asno no es como los demás, es un asno mágico; no tengo mas que decir bricklelrit, y en seguida deja caer tantas monedas de oro, que hay para llenar una manta; enviad á llamar á todos nuestros parientes, que voy á enriquecerlos de un golpe..

—No me disgusta, replicó el padre; ya no me cansaré en tirar de la aguja.

Y fué á buscar á toda su parentela.

Cuando estuvieron reunidos, hizo sitio el molinero, estendió su paño, y colocó el asno encima.—«Atencion,» esclamo, y dijo: bricklelrit. Pero el asno no comprendia la magia, y lo que dejó caer en el paño ni aun por lo amarillo se parecia al oro. El pobre molinero conoció que le habian robado, y poniendo una cara muy triste pidió perdon á sus parientes, que volvieron á sus casas tan pobres como habian venido. Su padre continuó obligado á vivir de la aguja y él se volvió de criado en un molino.

El tercer hermano se habia puesto de aprendiz en casa de un tornero, y como el oficio es difícil, tardó mucho mas tiempo en aprenderle que sus otros dos hermanos. Le enviaron á decir en una carta las desgracias que les habian sucedido, y que el posadero les habia robado los regalos mágicos de que eran poseedores. Cuando el tornero concluyó su aprendizaje y le llegó el tiempo de viajar, su maestro, para recompensarle por su buena conducta, le dió un saco, en el que habia un palo muy gordo.

— El saco me puede servir de algo, se dije, me le echaré á espaldas; pero ¿de qué me servirá el palo como no sea de peso?