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Cuentos de Grimm.

—¿Con que se lleva ya á la princesa de la Cúpula de Oro? decia la primera.

18 —Sí, respondió la segunda, pero no es suya todavía.

— Cómo, dijo la tercera, ¿pues no está sentada á su lado?

—¿Qué importa? repuso la primera; cuando desembarquen presentarán al rey un caballo alazan, él querrá montarle; pero si lo hace, el caballo se lanzará á los aires con él y no volverán á tener noticias suyas.

—¿Pero se puede evitar eso? dijo la segunda.

—Sí, contestó la primera, siempre que otra persona se lance sobre el caballo, y cogiendo una de las pistolas que lleva en la silla le deje muerto en el acto. Asi se librará el rey. Pero ¿quién puede saber esto? Además de que el sepa y lo diga será convertido en piedra desde los pies hasta las rodillasque lo La segunda corneja dijo & su vez.

—Yo sé algo más todavía; aun suponiendo que muera el caballo, el jóven rey no por eso poseerá á su prometida.

Cuando entren juntos en palacio, le presentarán al rey en una bandeja una magnífica camisa de boda que parecerá tejida de oro y de plata, pero que no es en realidad mas que de pez y azufre; si el rey se la pone se quemará hasta la médula de los huesos.

—¿No hay ningun recurso para evitarlo? dijo la tercera.

—Hay uno, respondió lá segunda. Es preciso que una persona, provista de guantes, coja la camisa y la eche al fuego. Quemada la camisa se salvará el rey. Pero ¿de qué sirve esto, si el que lo sepa y lo diga se convertirá en piedra desde las rodillas hasta el corazon?

La tercera corneja añadió:

+ —Yo sé algo mas todavía; aun en el caso de que quemen la camisa, no poseerá el rey á su prometida. Si hay »