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Cuentos de Grimm.

—Esperad un instante, dijo, voy á buscar dinero.

Y salió llevándose el mantel.

269 El posadero no comprendis nada de lo que estaba viendo, pero era curioso; siguió al viajero, y aunque este cerró la puerta de la cuadra, miró por una rendija. El forastero estendió el mantel debajo del asno, dijo bricklelrit, y el animal comenzó en seguida á echar oro por delante por derás; era una lluviay —¡Diablo! dijo el posadero; ¡escudos nuevecitos! Semejante tesoro no hacia daño á su asno.

El jóven pagó au gasto y se fué á acostar; mas el posa dero se deslizó por la noche en la cuadro, quitó el asno que daba dinero y puso otro, en lugar suyo.

A la mañana siguiente tomó el jóven su asno, y se puso en camino creyendo que llevaba su animal mágico. Llegó al medio dia á casa de su padre, quien se alegró de verle y le recibió con los brazos abiertos.

—¿Qué has hecho, hijo mio? le preguntó el viejo.

—Soy molinero, querido padre, le contestó.

—¿Qué traes de tu viaje?