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Cuentos de Grimm.

sin hallar una boja que pacer?

¡Beh! ¡bé!

—¡Raza de embusteros, gritó el sastre tan malos y tan desalmados unos como otros; pero no me engañareis ya mas!

y fuera de sí de cólera, molió á su hijo á palos con la vara de medir, de manera que el jóven escapó á su vez de la casa paterna.

El sastre se quedó entonces solo con su cabra; al dia siguiente fué al establo y se puso á acariciarla diciendola.

—Ven querida cabrita, voy á llevarte á pacer yo mismo.

Cogió la cabra y la llevó á unos prados llenos de verde, á sítios donde brotaba la yerba con mil hojas, y á otros lugares que agradan á las cabras.

Hoy la dijo, puedes sacar la tripa de mal año, y la dejó pacer hasta la noche.

Entonces la preguntó.

—¿Has comido, cabra?

A lo que contestó.

Estoy atascada, Saciada, ¡Bah! ¡ba!

—Vamos á casa, dijo el sastre y la llevó al establo, donde la ató.

Al salir volvió á repetirla.

—¿Has comido bien hoy?

Pero la cabra no se portó mejor con él padre que se habia portado con los hijos.

¿Como habia de comer, sino he hecho mas que correr sin hallar una hoja que pacer?

¡Beh! ¡bé!