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Cuentos de Grimm.

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238 gotable, y apenas habia tejido una pieza de tela ó cosido una camisa, se la presentaba en seguida un comprador que la pagaba con generosidad; de modo que, no sólo no se hallaba en la miseria, sino que podia tambien socorrer å los pobres.

á recorrer Por el mismo tiempo, el hijo del rey se puso el país para buscar mujer con quien casarse. No podia elegir una pobre, pero tampoco queria una rica, por lo cual decia que se casaría con la que fuese á la vez la mas pobre y la mas rica. Al llegar á la aldea donde vivia nuestra jóven, preguntó, segun su costumbre, dónde vivian la mas pobre y la mas rica del lugar. Se le designó en seguida la segunda; en cuanto a la primera se le dijo que debia ser la jóven que habitaba en una cabaña aislada al estremo de la aldea.

Cuando pasó el príncipe, la rica, vestida con su mejor traje, se hallaba delante de la puerta; se levantó 3 salió á su encuentro, haciéndole una profunda cortesía; peró él la miró sin decirla una palabra y continuó su camino. Llegó á la cabaña de la pobre, que no habia salido á la puerta y estaba encerrada en su cuarto; detuvo su caballo y miró por la ventana á lo interior de una habitacion que iluminaba un rayo de sol; la jóven estaba sentada delante de su rueda é hilaba con el mayor ardor. No dejó de mirar furtivamente al príncipe, pero se puso muy encarnada y continuó hilando, bajando los ojos, aunque no me atreveré á asegurar que su hilo fuera tan igual como lo era antes; prosiguió hilando hasta que partió el príncipe. En cuanto no le vió ya, se levantó á abrir la ventana, diciendo:

—¡Qué calor hace aquí!

Y le siguió con la vista mientras pudo dístinguir la pluma blanca de su sombrero.

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