crecian los nabos. Los nabos se hallaban cerca de su casa, tenia la costumbre de comerlos con su familia y los cogia como si fueran suyos. Dicho y hecho.
El erizo cerró la puerta detrás de sí y se puso en camino. Apenas se hallaba fuera de la casa é iba precisamente á pasar por delante de una zarza, que se hallaba junto al campo donde crecen los nabos, cuando encontró á la liebre que habia salido con una intencion semejante, para ir á visitar sus berzas.
COURSES H₂ Asi que el erizo vió á la liebre, pensó jugarla una buena treta y la dió los buenos dias con mucha política; pero la liebre que era un personaje muy grande á su manera y de un carácter orgulloso, no devolvió el saludo, sino que dijo con un aire muy burlon:
—¿Cómo corres tan temprano por el campo, en una mañana tan hermosa?
—Voy á pasearme, dijo el erizo.
—A pasearte? dijo riendo la liebre; me parece que necesitarias para ello cambiar de piernas.