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Cuentos de Grimm.

LA LIEBRE Y EL ERIZO.

Esta historia, niños, va á pareceros una mentira y sin embargo es verdadera, pues mi abuelo de quien la sé no dejaba nunca, cuando me la referia, de añadir:

—Debe sin embargo ser verdadera, pues, si no, no la contaria nadie.

Hé aquí la historia tal como ha pasado.

Era una hermosa mañana de verano, durante el tiempo de la siega, precisamente cuando el alforfon, trigo negro, está en flor. El sol brillaba en el cielo, el aire de la mañana ponia en movimiento los trigos, las alondras cantaban volando, las abejas zumbaban en el alforfon, las personas iban á la iglesia con el vestido del domingo y todo el mundo se alegraba y tambien el erizo.

El erizo estaba delante de su puerta, tenía los brazos cruzados, miraba pasar el tiempo y cantaba un cantarcillo, ni mas ni menos que como lo canta un erizo en una hermosa mañana de domingo.

Mientras cantaba así, á media voz, se le ocurrió, muy osadamente en verdad, interin su mujer lavaba y vestia á sus hijuelos, dar algunos paseos por la llanura é ir á ver cómo