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Cuentos de Grimm.

saban ya las ovejas, sacó el pastor la flauta de su zurron y tocó una sonata muy melodiosa, pero tambien muy triste; cuando acabó vio que la pastora lloraba amargamente.

—¿Por qué lloras? la preguntó.

—¡Ah! contestó; asi brillaba la luna cuando toqué por última vez esa sonata en la flauta y apareció en la superficie del agua la cabeza de mi amado.

La miró entonces el pastor, y le pareció que caia un velo de sus ojos, pues reconoció á su amada mujer, y mirándole á la luz de la luna que daba en su rostro, le reconoció ella á su vez. Arrojándose en los brazos uno del otro, se abrazaron, y no se pregunta si fueron dichosos.