Página:Cuentos escogidos de los Hermanos Grimm.pdf/232

Esta página no ha sido corregida
222
Cuentos de Grimm.

Nosotros no hemos apostado, dijo el jóven, el banco es mio.

El hombre no le quiso dejar sentar, pero el jóven le levantó con todas sus fuerzas y se puso de nuevo en su lugar. Entonces cayeron otros hombres uno despues de otro, que cogieron nueve huesos y dos calaveras y se pusieron jugar á los bolos. El jóven, alegrándose, les dijo:

—¿Puedo ser de la partida?

—Sí, si tienes dinero.

—Y bastante, les contestó, pero vuestras bolas no son bien redondas.

Entonces cogió una calavera, la puso en el torno y la redondeó.

—Asi están mejor, les dijo; ahora vamos.

Jugó con ellos y perdió algun dinero; mas en cuanto dieron las doce todo desapareció de sus ojos. Se echó y durmió con la mayor tranquilidad. A la mañana siguiente fué el rey á informarse.

—¿Cómo lo has pasado? le preguntó.

—He jugado y perdido un par de pesetas, le contestó:

—¿No has tenido miedo?

—Por el contrarío, me he divertido mucho. ¡Ojalá supiera lo que es miedo!

A la tercera noche se sentó de nuevo en su banco y dijo incomodado:

—¿Cuándo sabré lo que es miedo?

En cuanto comenzó á hacerse tarde se le presentaron seis hombres muy altos que traian una caja de muerto.

—¡Ay! les dijo, este es de seguro mi primo, que ba muerto hace un par de dias.

Hizo señal con la mano y dijo:

—Ven, primito, ven.