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Cuentos de Grimm.

decia el jóven para sí, y cuando se hubieron alejado un poco hácia un sitio que se veía una horca, le dijo:

—Mira, allí hay siete pobres á los que por sus muchos pecados han echado de la tierra y no quieren recibir en el cielo; por eso ves que están aprendiendo á volar; ponte debajo de ellos, espera á que sea de noche, y sabrás lo que es miedo.

—Si no es mas que eso, dijo el jóven, lo haré con facilidad; pero no dejes de enseñarme lo que es miedo y te daré mis cinco duros; vuelve á verme por la mañana temprano“:

Entonces fué el jóven á donde estaba la horca, se puso debajo y esperó á que fuera de noche, y como tenia frio encendió lumbre; pero á media noche era el aire tan frio que no le servia de nada la lumbre; y como el aire hacia moverse á los cadáveres y chocar entre sí, creyó que teniendo frio él que estaba al lado del fuego, mucho mas debian tener los que estaban mas lejos, por lo que procuraban reunirse para calentarse, y como era muy compasivo, cogió la escalera, subió y los descolgó uno tras otro hasta que bajó á todos siete. En seguida puso mas leña en el fuego, soplá y los colocó alrededor para que se pudiesen calentar. Pero como no se movían y la lumbre no hacia ningun efecto en sus cuerpos, los dijo:

—Mirad lo que haceis, porque si no vuelvo á colgaros.

Pero los muertos no le oian, callaban y continuaban sin hacer movimiento alguno. Incomodado, les dijo entonces:

—Ya que no quereis hacerme caso, despues que me he propuesto ayudaros, no quiero que os calenteis mas.

Y los volvió á colgar uno tras otro. Entonces se echó al lado del fuego y se durmió, y á la mañana siguiente cuando vino el hombre, queria que le diese los cinco duros, pues le dijo: